El partido entre Paraguay y Venezuela en la última fecha del Grupo B de la Copa América pudiese definirse como un partido épico por la manera en que se llegó al 3-3 final y por lo que estaba en juego.
En primer lugar, al momento del pitazo inicial Venezuela tenía ya asegurado el pase a Cuartos de Final, con 4 puntos, no así los paraguayos, que con 2 puntos necesitaban la victoria o en su defecto el empate. Con un 3-1 luego de 85 minutos a favor de los guaraníes, los venezolanos decidieron (así lo veo, no obra de la pura casualidad) buscar el descuento y luego el empate. No se conformaron con tener el pase a la próxima instancia. Podían no hacer más esfuerzos y asumir que iban a perder el partido, que ya el objetivo de superar la primera fase estaba cumplido. No. Buscaron el empate y lo lograron. Y con apenas 30 segundos del tiempo de descuento decidieron en un tiro de esquina buscar la victoria y la consiguieron.
¿Resultado? Un 3-3 que hizo del tramo final del partido un espectáculo soberbio de actitud y carácter por parte de los venezolanos, y no solo de los jugadores, sino también del cuerpo técnico, por que cuando solo quedaba medio minuto y se lograba un tiro de esquina que a todas luces sería la última jugada del partido, el técnico venezolano César Farías mandó a su portero, Renny Vega, a abandonar su portería y sumarse a la posibilidad de la gesta…y se consiguió.
En esta primera fase del torneo Venezuela es, a mi entender, la sensación más agradable del torneo. Y no digo sorpresa porque hace ya un tiempo viene dando señales de crecimiento, de capacidad real para asumir con una actitud profesional desafíos que quizá antes asumía con un espíritu más amateur. Se está creciendo Venezuela, y no porque lo digan, sino porque en el terreno de juego están dando muestras de ello.
En otra nota ahondaré sobre este desarrollo futbolístico de los venezolanos, que bastante bueno viene siendo para ser fruto de la casualidad. Al contrario.
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