Cuando Alemania presentaba
un equipo sin Mario Gómez, ni Thomas Müller ni Lukas Podolski no sabía si pensar que el director técnico alemán Joachim Löw estaba despreciando las
posibilidades griegas o confiaba tanto en el equipo germano como para aún con
suplentes en la delantera solventar con éxito el partido.
El 4-2 en el transcurso
del partido, en el cual Alemania
fuera del susto del empate 1-1 en el minuto 55, dio la razón a Löw, no en el
sentido de despreciar a la selección de Grecia,
sino en el sentido de valorar a su equipo en sentido general, demostrando que
aún los que parten desde la banca tienen las condiciones y los méritos para
jugar a un alto nivel en la Eurocopa.
Esta Alemania no son 11 titulares y un paquete de rellenos, sino una escuadra
conformada con lógica y con inteligencia.
Las armas griegas son
más limitadas que su enorme voluntad y determinación. Tratar de dificultar la
salida alemana desde el fondo y tratar de generar errores en la defensa para
lanzarse rápidamente al contragolpe eran las herramientas de la selección griega
para poder competir contra los alemanes. Y hasta le funcionó esa estrategia
cuando al minuto 55 Georgios Samaras
culminó un veloz contragolpe. Pero fue un espejismo o un llamado de atención a
la ofensiva alemana, que si bien había dominado e inquietado casi todo el
partido, no había sido del todo eficaz en plasmar su dominio en gol, a
excepción de un golazo desde fuera del área de Philipp Lahm al minuto 39.
El llamado de atención
o la pequeña herida en el seleccionado alemán sirvió como trampolín a una
determinación mayor de Alemania a concretar las muchas oportunidades que había
tenido en el partido. Sami Khedira,
con un gol fantástico, colocó de nuevo a los germanos arriba en el marcador al
minuto 61. Ya para el minuto 74 goleaba a Grecia 4-1, con anotaciones de Miroslav Klose al 68 y Marco Reus al 74. Estos dos últimos
fueron de los jugadores que vinieron de la banca para plantear una delantera
diferente a la que había tenido Alemania en los partidos anteriores.
En 13 minutos los
alemanes concretaron tres goles, luego del empate griego. No estaban los
germanos por la labor de complicarse un partido que venían dominando y en que
se sabía superior, aunque faltaban los goles para no dejar dudas. Y eso
hicieron, y lo mejor, con goles de muchísima calidad.
Un total de 24 disparos
hicieron los alemanes, 14 de ellos a puerta. Menos prolija fue Grecia, con 9
lanzamientos, 5 de ellos a puerta. Pero hay que reconocer que los griegos no se
comportaron con la racanería y el temor en la piel de los checos ante
portugueses. No. Los griegos buscaron cuando pudieron, presionaron y buscaron
con sus argumentos luchar por el partido. No pudo, y el gol en la postrimería
del partido por una mano en el área de Jerome Boateng no hizo más que maquillar
el resultado final.
Algo brillante mostró
Alemania al no salir de entrada ni con
Gómez, ni Müller ni Podolski: mostrar a todos los rivales posibles que Alemania
no es solo orden del medio campo hacia atrás con un gladiador fantástico de
punta (Mario Gómez), que es un equipo de muchos mayores recursos, con muchas
variables para el gol.
Los alemanes llegaron
como uno de los grandes favoritos. Si a alguien le quedaba dudas, imagino ya se
disiparon. Esta selección puede ser eliminada de la Eurocopa, pero difícilmente
pierdan por excesos de errores o por falta de soluciones: hay que ganarle, con
mucho juego, con mucha inteligencia, con mucha garra.
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