Una de las finales más espectaculares en la previa del partido tenían a los campeones de las dos mejores ligas del mundo enfrentados: el FC Barcelona y el Manchester United. Además de los dos jugadores entre los cuales regularmente se discute la supremacía del mejor jugador: Leo Messi y Cristiano Ronaldo.
Los primeros 9 minutos y medios del partido en el Estadio Olímpico de Roma no pintaba del todo bien para el Barça. Hasta cinco fueron los disparos a portería por los dirigidos por el veterano entrenador del Manchester, Alex Ferguson. Al minuto 2 un tiro libre de C. Ronaldo era despejado con cierta dificultad por el arquero barcelonista Víctor Valdés. El anuncio estaba hecho: el Manchester iba a todas por el partido desde el inicio. Entre las filas del Barcelona podía y debía haber ya preocupación.
Cristiano Ronaldo fue el jugador más incisivo en los primeros minutos, aunque la mayor parte de su aportación ofensiva fue desde fuera del área.
Esos primeros minutos parecían presagiar un dominio constante del equipo inglés sobre el español. Pero poco duró esa hegemonía. Un pase preciso de Andrés Iniesta –cada vez más crack- a Samuel Eto’o en las inmediaciones del área chica fue suficiente para inaugurar el marcador. El camerunés con furia y hambre de gol se internó en el área, hizo un recorte sobre un defensa desconcertado y batió a al portero Van Der Sar, quien manoteó infructuosamente el balón. Un gol de fuerza, de auténtico goleador. Ya Eto’o había marcado el primer gol del Barcelona en su segunda Champions conseguida, en la del 2006 en París. El africano está, sin dudas algunas, en las páginas de oro de la historia culé. Y pensar que era del Real Madrid. Gracias Florentino Pérez por no protegerlo. Gracias.
El gol de Samuel cambió no solo el resto del primer tiempo, sino literalmente todo el partido. Chances tuvo el Manchester en empatar, pero nunca más tuvo periodos prolongados donde pudiese afirmarse que tuviese el control del partido. Jamás. El gol tempranero permitió que el juego del Barça fluyera con mayor tranquilidad, y apareciesen con mayor asiduidad los múltiples talentos blaugranas: Messi, Iniesta, Henry y Xavi, entre otros. Mención aparte al medio campo creativo culé: cuando Xavi e Iniesta controlan el manejo del balón todo funciona, todo puede ser posible. Ellos hacen el trabajo menos visible pero igual de efectivo que el tridente mágico de arriba. Con ellos fue que España fue grande también en la última Eurocopa. Son cracks también, menos espectaculares, pero igual de efectivos.
Las ausencias de Rafa Márquez, por lesión, y las de Dani Alves y Abidal por acumulación de tarjetas amarillas, permitió la inclusión de Sylvinho y de Sergio Busquets. Evidentemente la falta de los jugadores mencionados anteriormente disminuía el potencial de los blaugrana, pero para bien del Barca el brasileño y el catalán hicieron un papel decoroso.
Muy activo estuvo el capitán Carles Puyol, quien recibió un trío de duras faltas de Cristiano Ronaldo, entre las cuales hubo una que pudo merecer perfectamente la tarjeta roja. Pero Ronaldo tendría que haber asesinado a un jugador azulgrana para que en la final de la Champions le sacasen la roja directa. El poder mediático del portugués es demasiado grande para que lo hubiesen vestido de rojo. Esto fue una señal clara de quien dominó y mereció el partido: el delantero fue mucho más duro físicamente que el defensa, quien está llamado a ser el “duro”.
Las faltas a Puyol y los gestos de prepotencia y chulería de Ronaldo, fueron, a aparte de su tiro a puerta en el segundo minuto del partido, sus mayores aportaciones al partido. Con la victoria del Barcelona y el gol magnífico de Messi, C. Ronaldo puede irse ya despidiendo de su condición de Balón de Oro. A fin de años seguramente será Messi quien le destrone.
La defensa del Barça, a pesar de las carencias que tenía, supo contener al Manchester, entre otros elementos por el buen posicionamiento defensivo, que provocó un buen número de posiciones fuera de juego de los dirigidos por Alex Ferguson. Mérito en gran medida de Puyol y de Piqué, que tuvo un partido memorable, quizá en gran medida como una especie de vendetta contra su antiguo equipo, el ManU.
El Barcelona no era solo Messi, como no lo ha sido toda la temporada. Messi es el mejor jugador individual del Barça, pero es también Eto’o, Henry, Xavi, Iniesta y un largo etcétera. Esto gran desempeño del Barcelona es en gran medida obra de Pep Guardiola, apenas la sexta persona en ganar la Champions como técnico y como jugador.
En los últimos minutos del primer tiempo daba la impresión de que el Barcelona estaba más cerca del segundo gol que el Manchester del primero. El segundo tiempo no fue mejor para el equipo inglés, a pesar de la inclusión desde el inicio de la segunda parte de Carlos Tévez, un jugador subestimado este año por Ferguson, pero con un talento y polivalencia fuera de serie.
En los primeros minutos del segundo tiempo el Barça salió con clara determinación en búsqueda de un segundo gol que diese por terminado el partido. En el minuto 48 Xavi realiza un pase prodigioso –algo muy común en el centro catalán- a Henry, quien busca resolver individualmente, pero a su tiro le falto un poco más de potencia y ubicación. Un minuto después Sylvinho coloca un pase en el área chica que por poco no alcanza Eto’o. Un minuto luego es Eto’o que centra en el área chica a Messi, quien pide penal al árbitro, aunque pareció más una caída de La Pulga. Minuto 51: incursión de Iniesta por el centro del campo, al que derriban en el borde del área. El tiro libre lo realiza Xavi quien vence la barrera y a Van Der Sar. El poste derecho le impide el gol por apenas milímetros.
No solo hacia el Barcelona las cosas bien para buscar el segundo gol, sino que también las hacia bien para impedir el primer gol de los ingleses. En la zona chica Piqué despejaba una y otra vez balones que llevaban peligro. En sentido general puede afirmarse que Piqué tuvo un partido memorable, a la altura de las circunstancias, y haciendo olvidar las ausencias de Rafael Márquez y las de Gabriel Milito, quien está temporada no estuvo activo por una prolongada lesión.
En el minuto 55 un pase de Rooney pasó frente a la portería culé, no siendo aprovechado ni por Ronaldo ni por Park. En el 65 Berbatov entra por Park. El búlgaro entra para buscar apuntalar una ofensiva en la que ya estaban Ronaldo, Rooney y Tévez, pero los resultados no fueron satisfactorios.
Satisfactorio si fue el pase como con la mano que hizo Xavi a Messi en el minuto 70. El catalán va por el sector derecho, levanta la cabeza, ubica a Messi, coloca un pase perfecto, y el argentino, poco famoso por hacer goles de cabeza salta como desafiando la Ley de la Gravedad, quedando suspendido como si de una fotografía se tratase, golpea el balón con el extremo izquierdo de su cabeza desde el extremo izquierdo de la portería, cruza el balón, ubicándolo en el extremo derecho de la red. El portero solo gira la cabeza para ver la trayectoria del balón. Completamente vencido…y ¡gooooooooool!
Dos minutos después la segunda gran oportunidad de Ronaldo de batir a Valdés, ya dentro del área. Pero Valdés, portero nada excepcional, achicó suficientemente el ángulo de tiro del portugués para poder sacar el balón. El último Balón de Oro estaba completamente desquiciado, y ya era evidente que su potencial de peligro estaba casi anulado.
Hubo todavía varias oportunidades del Barça para incrementar el marcador, con un cabezazo de Puyol en el minuto 73 y un tiro de Iniesta internándose por la banda izquierda, pero sin demasiados peligros para el portero del ManU. Carles Puyol tuvo una magnífica oportunidad por el lado derecho del área chica a pase de Xavi, pero no pudo resolver ante Van Der Sar, quien salió a tiempo para impedir un tercer gol. Puyol no solo estuvo eficiente en el aspecto defensivo, sino que también presentó peligro durante todo el partido ofensivamente.
El Barcelona ganó con solvencia. Pero no solo ganó el equipo catalán, ganó también la apuesta por el fútbol ofensivo y de espectáculo más arriesgada en el panorama mundial. Fue fiel a su historia el Barça, así como lo fue hace tres años cuando ganó su segunda Champions League, así como en 1992 cuando ganó la primera, cuando era denominado el “Dream Team”.