jueves, 14 de julio de 2011

La Pulga más letal cuando tiene libertad

El primer partido de la Copa América para Messi contra Bolivia no fue ideal, y el segundo contra Colombia fue decididamente malo, siendo incluso silbado por parte de la afición en Santa Fe.

Si bien es cierto que en ambos partidos hubo marcas, en algunos casos asfixiantes contra La Pulga, no menos cierto es que esto no es en lo absoluto nada nuevo. Hace ya por lo menos tres años (seguramente más) que el rosarino es el de los jugadores más desequilibrantes en el mundo, sino el que más. Pero lo que más daño le estaba haciendo a Messi era la falta de libertad para moverse en el campo por las consideraciones tácticas del director técnico de la selección argentina, como la falta de por lo menos un interlocutor válido cerca de él.

No pocas veces ante Colombia se le veía con el balón en los pies y tres defensas encima y los compañeros a muchísimos metros de distancia. O peor, teniendo que bajar más allá de mitad de la cancha a buscar balones.

En esas condiciones sus capacidades mermaron a su mínima expresión. El símbolo de esa puntual “decadencia” de su juego fue un tiro libre en las cercanías del área rival que voló muy por encima del travesaño. Con el antebrazo se ocultó durante unos segundos el rostro, señal inequívoca de la frustración del momento.

Silbar al mejor jugador del mundo es algo extraño, pero seguramente más extraño y frustrante para Messi, que según he leído nunca antes había pasado por esa sensación.

Por todo esto, por el mal funcionamiento en la cancha y por la poca sensación de cariño de su público, se llegaba a temer incluso en las consecuencias inmediatas y futuras: que como jugaría contra Costa Rica un partido crucial, incluso hasta de que si eventualmente querría seguir en la selección albiceleste.

En estos últimos tres años pocas veces Messi ha salido a la cancha a tener que justificar su valía como jugador, pero mucha gente y medios de comunicación en el partido Argentina-Costa Rica seguramente lo estaba analizando y observando con lupa. Y seguramente calló (aunque sea momentáneamente) muchas bocas (por lo menos, las más necias).

El dibujo táctico cambió. El puesto de Banega lo pasó a ocupar Gago, cuya labor de equilibrio en el medio campo fue notable. Tévez y Lavezzi, los delanteros titulares en los partidos ante Bolivia y Colombia daban paso a un 9 real, el ‘Pipita’ Higuaín y al Kun Agüero (con el que Messi parece tener una complicidad futbolística mucho mayor que la que tiene con Tévez). Entró también Di María. El accionar ofensivo se modificó completamente…con la diferencia de Messi, aunque si cambió su posicionamiento en la cancha, y por encima de todo, tuvo mayor libertad de moverse a placer, algo que hace en el Barcelona porque desde su llegada al banquillo catalán Guardiola se dio cuenta de que la mejor forma de aprovechar a Messi es darle libertad de movimiento.

Se temió por las capacidades de Messi de superar el mal momento anímico, de su fortaleza mental, de su cariño por la camiseta de la selección. Después del partido ante Costa Rica todos esos temores quedaron como simples temores, no realidades.

La Pulga se echó al equipo literalmente encima de sus hombros. Los mejores pasajes ofensivos pasaban por sus pies, imprimió velocidad que faltaba al ataque, clarividencia, distribuyó pases, muchos y buenos, a los delanteros que desperdiciaron muchos más pases de los que convirtieron en goles (por lo menos 8 pases claros de gol dio a Higuaín, al Kun, a Di María, a Lavezzi), y si Messi no marcó no fue por grandes atajadas del arquero ni por haber fallado en demasía, sino porque tiró muy poco a puerta.

Supo Messi que el partido era vital, que perderlo o empatarlo podía significar un adiós prematuro a la Copa, y él fue el sol sobre el que giró la constelación de jugadores argentinos. Sacrificó sus apetencias de gol para suplir de grandes ocasiones a sus compañeros.

Un partido completísimo con la camiseta argentina, sin la necesidad de Xavi e Iniesta, sus mejores socios en el Barcelona. Y aún con ellos en el club culé Messi no es solo el gran regateador y finalizador de las jugadas: es también un pasador fantástico, capaz de conseguir ser el líder en asistencias este año en la liga española a la par de ser el segundo mejor goleador en liga, con más de 30 realizaciones. Sabe ser un ‘killer’, pero también un pasador…y un organizador.

Por momentos Messi se parece más a quien por edad podría ser su abuelo (Di Stéfano) y en otros más a quien podría ser su padre (Maradona)…pero no es ninguno de los dos. Es Lionel Messi, que tiene sus atributos propios. ¿Mejor o peor que sus ilustres compatriotas que marcaron época? Hasta ahora diferente, pero al igual que los anteriores, un jugador distinto, diferente, como lo fueron ellos, como los fueron Garrincha, Cruyff, Zidane y algunos más.

Y pensar que a Messi todavía hay quienes le ponen en duda. Para no creer.

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